• Corredores en movimiento con punto rojo señalando dolor en la rodilla, posible indicio de lesión meniscal que puede requerir tratamiento especializado.

Meniscectomía y trasplante meniscal

¿Qué puedo hacer si no tengo menisco y me duele la rodilla?

Si has pasado por una meniscectomía, es posible que te enfrentes a varios desafíos en tu rodilla. La meniscectomía es la cirugía en la que se extirpa una parte del menisco dañado para aliviar el dolor y mejorar la función de la articulación.

Sin embargo, este procedimiento, aunque útil, puede generar problemas a largo plazo, ya que el menisco tiene un papel crucial en la estabilidad de la rodilla. Afortunadamente, el trasplante meniscal es una opción cada vez más popular para recuperar la función de la rodilla y mejorar la calidad de vida.

¿Qué es la meniscectomía y cómo se realiza?

La meniscectomía se realiza cuando una lesión en el menisco (el menisco actúa como amortiguador entre el fémur y la tibia) no puede ser reparada y debe ser extirpado. Esto puede ocurrir tras un desgarro meniscal, especialmente si la lesión es extensa o se encuentra en una zona del menisco donde no hay suficiente flujo sanguíneo para facilitar la curación.

Al eliminar parte del menisco dañado, se reduce el dolor y se previene el daño adicional a la articulación.

Sin embargo, el menisco juega un papel clave en la protección de la rodilla, distribuyendo el peso y permitiendo un movimiento suave. Al eliminarlo, la rodilla se vuelve más vulnerable al desgaste y a lesiones adicionales, lo que puede provocar dolor crónico, inestabilidad y, a largo plazo, artritis.

Síntomas después de una meniscectomía

Los pacientes que se someten a una meniscectomía pueden experimentar una serie de síntomas después de la cirugía, que incluyen:

  • Dolor en la rodilla, especialmente al realizar actividades físicas o cargar peso.
  • Rigidez o dificultad para mover la rodilla.
  • Sensación de inestabilidad o que la rodilla cede al caminar o correr.
  • Hinchazón o inflamación persistente.

Si experimentas estos síntomas, es posible que tu rodilla esté sufriendo de la pérdida de la función meniscal. Aquí es donde el trasplante meniscal puede ser la solución que necesitas.

¿Qué es el trasplante meniscal?

El trasplante meniscal es un procedimiento quirúrgico que reemplaza el menisco extirpado con un injerto de tejido meniscal que proviene de un donante de un banco de tejidos. Este injerto ayuda a restaurar la función del menisco original y proteger la articulación de un mayor desgaste, proporcionando una mayor estabilidad y reduciendo el dolor en la rodilla.

Injerto meniscal preparado con suturas para el trasplante, clave para restaurar la función de la rodilla.

Menisco interno y externo preparado con suturas para el trasplante, clave para restaurar la función de la rodilla.

El trasplante meniscal es ideal para personas jóvenes o de mediana edad y activas que han sufrido una meniscectomía y están experimentando síntomas persistentes o que corren el riesgo de desarrollar artritis a largo plazo.

¿Cómo se realiza el trasplante meniscal?

El trasplante meniscal se realiza mediante artroscopia, una técnica mínimamente invasiva. El cirujano hace pequeñas incisiones en la rodilla para insertar un artroscopio (un tubo delgado con cámara) y visualizar el interior de la articulación. Luego, se coloca el injerto meniscal en el lugar adecuado, y se fija mediante suturas o anclajes especiales.

El trasplante meniscal se realiza mediante artroscopia, una técnica mínimamente invasiva para mejores resultados y recuperación.

El trasplante meniscal se realiza mediante artroscopia, una técnica mínimamente invasiva para mejores resultados y recuperación. Se observa cómo se procede a la inserción del menisco.

Detalle del proceso de fijación del injerto meniscal durante la intervención quirúrgica.

Detalle del proceso de fijación del injerto meniscal durante la intervención quirúrgica.

Vista artroscópica del menisco implantado, protegiendo la articulación y mejorando la estabilidad de la rodilla.

Vista artroscópica del resultado final con el menisco implantado, protegiendo la articulación y mejorando la estabilidad de la rodilla.

Recuperación después del trasplante meniscal

Duración del proceso de recuperación

Después de la cirugía, el proceso de recuperación puede tomar entre 6 y 12 meses, dependiendo de la edad del paciente y su nivel de actividad.

Es crucial seguir un programa de rehabilitación física para fortalecer los músculos que rodean la rodilla y recuperar el rango de movimiento. Con el tiempo, la rodilla se va estabilizando y, en la mayoría de los casos, los pacientes pueden retomar sus actividades deportivas sin dolor.

¿Por qué elegir este tratamiento?

El trasplante meniscal es una excelente opción para aquellos pacientes que han pasado por una meniscectomía y buscan recuperar la funcionalidad y evitar complicaciones futuras. Con un equipo especializado y un enfoque personalizado, este tratamiento te permitirá volver a disfrutar de la vida activa y sin dolor.

Si estás considerando un trasplante meniscal, no dudes en consultar con el Instituto Cugat donde un traumatólogo especializado que podrá orientarte en tu caso y ofrecerte el mejor tratamiento para recuperar la salud de tu rodilla.

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