Paciencia, constancia y confianza: las virtudes del paciente lesionado

¿Cómo recuperarse de una lesión?

El paciente traumatológico que ha necesitado una cirugía reparadora compleja a menudo pasa por distintas fases psicológicas que es bueno conocer para no caer en el desánimo. Por descontado la elección del especialista es clave en este proceso, hemos de elegir aquella persona con los conocimientos, la experiencia y la capacidad técnica para resolver nuestro problema y a la vez que se muestre una persona cercana, que nos genere confianza, que nos anime si la recuperación se alarga y que, si surge una complicación no desaparezca y sea capaz de encontrar soluciones así como de mantener una comunicación honesta y sincera con el paciente buscando su bienestar como único objetivo.

Es normal que una persona que ha sufrido una lesión grave caiga en el desánimo ante el panorama que se le presenta de un largo y, muchas veces, esforzado periodo de recuperación. Si el paciente es un deportista profesional o realiza un trabajo que requiere actividad física, ese desánimo se acentúa por la incertidumbre sobre qué consecuencias tendrá ese periodo de inactividad en su economía y su carrera profesional.

La biología del paciente y la experiencia del Cirujano mandan sobre cualquier otra consideración. Los atajos sólo pueden conducir al desastre de tener que volver a la casilla de salida si no se atienden las pautas marcadas.

En términos generales, los dos o tres primeros meses suelen ser los más difíciles para el lesionado. En ese periodo estamos en la fase crítica de la cicatrización, por lo que en general las pautas rehabilitadoras y de estilo de vida serán mucho más conservadoras y, los progresos, exasperantemente lentos. Este es el tiempo en el que lo importante es “qué no se debe hacer”, lo que suele generar frustración e impaciencia. Pero hay que saber que es en estos primeros meses cuando ponemos los cimientos sobre el que edificar una terapia exitosa más adelante, en la que los avances serán cada vez más visibles y rápidos.

Es también en esos primeros meses cuando al paciente en ocasiones le pueden surgir dudas sobre sobre la evolución de su lesión, “esto no avanza”, se puede preguntar uno mismo y es cuando podemos cometer el error de preguntar a personas de nuestro entorno (o al Dr. Google) que han sufrido teóricamente “la misma lesión”; craso error, pues no hay dos lesiones iguales por la misma razón que no hay dos pacientes iguales. La biología manda, y no será lo mismo una lesión que otra, un tratamiento que otro, o la evolución en un joven deportista de 20 años, frente a la evolución de una persona con hábitos de vida menos saludables, sedentario o de mayor edad.

Por tanto, consultar a terceras personas, incluso médicos, que no hayan analizado cuidadosamente tu lesión y el tipo de cirugía exactamente al que has sido sometido sólo puede ser foco de estrés, confusión y frustración. Si es un amigo o conocido que ha sido operado y le ha ido bien, a menudo con una lesión más banal que a lo mejor no tiene nada que ver con la tuya, contará que esto está chupado y que en cuatro días te habrás recuperado; si le ha ido mal, dirá exactamente lo contrario. En el primer caso, tú como paciente te vas a estresar, especialmente si tu evolución está siendo más lenta, -aunque seguramente normal-; en el segundo supuesto, igualmente te puedes sentir frustrado y temeroso ante el pesimista horizonte que se te presenta.

Pero esos dos o tres primeros meses terminan pasando, y es entonces cuando sí necesitamos a ese paciente optimista, animoso, trabajador, dispuesto a llegar al límite de lo aceptable para lograr la recuperación. El riesgo de recaída es mucho menor, y el cumplimiento estricto de las indicaciones médicas llevará a avances rápidos y visibles. Aquí, la constancia es fundamental incluso hasta pasados 18 a 24 meses desde la lesión se produce mejoría. Con independencia del perfil de la persona lesionada, dedicar el tiempo requerido a la recuperación provocará una progresión de la que no se beneficiarán quienes, por distintos motivos, no mantengan dicha constancia.

El especialista también debe ser un profesional honesto con el paciente y advertirle de las posibles complicaciones que pueden surgir tras una cirugía y durante el proceso de rehabilitación. Las estadísticas está ahí y aunque es evidente que hay cirujanos con mejores resultados que otros, dependiendo de la gravedad de la lesión, del tipo de paciente, y de la complejidad de la intervención, hay siempre un reducido porcentaje de casos en el que va a surgir una contrariedad; en esos casos un cirujano con experiencia sabrá exponer la situación y resolver el problema y nuestra misión como pacientes permanecer positivos y una vía de comunicación abierta con el médico sobre nuestros temores y sensaciones.

En la mayoría de los casos, hay una solución para cada lesión, incluso las más graves y es infrecuente que un paciente no pueda recuperar una vida normal e incluso deportiva tras un tratamiento correcto; y mientras esa recuperación ocurre, la vida tampoco tiene porqué girar todo el tiempo en torno a la dichosa lesión y sus limitaciones temporales, debemos tener confianza en nosotros, mantener la comunicación abierta con nuestro médico y ser constantes en el cumplimiento de la rehabilitación, virtudes todas estas del buen paciente.

Dr. Gonzalo Samitier
  • Especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica del Instituto Cugat

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