Cuando el fútbol duele: síndrome de pinzamiento femoroacetabular
La historia de Marc y su cadera
Marc tiene 20 años, juega al fútbol desde que aprendió a caminar y nunca ha imaginado su vida sin un balón a los pies. Entrena cuatro veces por semana y los fines de semana vive por y para el partido. Sin embargo, hace unos meses algo empezó a cambiar: un dolor profundo en la ingle, a veces más hacia la cadera, comenzó a colarse en sus entrenamientos. Al principio lo ignoró —como hacen casi todos los deportistas—, pensando que era una simple sobrecarga muscular. Pero el dolor no se fue.
Primero apareció al golpear el balón con fuerza. Luego, al girar bruscamente para esquivar a un rival. Finalmente, un día, incluso al subir al coche después del entrenamiento.
Fue entonces cuando decidió venir a consulta.
“No es una pubalgia”
Marc llegó preocupado. Había buscado en internet y pensaba que lo suyo era una pubalgia o una lesión muscular. Pero tras la exploración clínica y una resonancia magnética, el diagnóstico fue otro: síndrome de pinzamiento femoroacetabular (FAI por sus siglas en inglés: Femoroacetabular Impingement).
Le expliqué que no era una lesión extraña entre futbolistas jóvenes, sino una de las causas más frecuentes de dolor de cadera en deportistas. El FAI aparece cuando la forma del fémur o del acetábulo (la cavidad de la pelvis donde encaja el fémur) no es del todo redondeada.
Esa pequeña irregularidad hace que, con ciertos movimientos —como los giros, chuts o cambios de dirección—, el cuello del fémur choque con el borde del acetábulo.
Ese contacto repetido provoca fricción, inflamación y, con el tiempo, puede dañar el labrum (una especie de anillo de cartílago que estabiliza la articulación) e incluso el cartílago articular.

El movimiento de chut genera un gran estrés en la articulación de la cadera, especialmente cuando existe una alteración estructural que provoca el pinzamiento femoroacetabular.
La cadera, una bisagra perfecta (hasta que deja de serlo)
Le mostré a Marc las imágenes. En su caso, la cabeza del fémur presentaba una pequeña protuberancia —lo que llamamos una cam—, una forma ligeramente ovalada en lugar de perfectamente esférica. Cada vez que levantaba la rodilla o giraba la pierna hacia dentro, esa parte “chocaba” con el borde del acetábulo.
Le expliqué que, aunque no lo supiera, esa forma del hueso probablemente la tenía desde la adolescencia, pero el dolor aparecía ahora porque la exigencia física del fútbol la había puesto al límite.
Marc comprendió que su cadera no se había “estropeado” de un día para otro, sino que había llegado a un punto en el que ya no podía compensar más.
El tratamiento: recuperar el movimiento, proteger el futuro
En primer lugar, iniciamos un tratamiento conservador: fisioterapia especializada para mejorar la movilidad de la cadera, fortalecer la musculatura profunda y corregir gestos técnicos que aumentaban el conflicto articular.
También utilizamos infiltraciones biológicas con plasma rico en plaquetas – PRP – para reducir la inflamación y estimular la recuperación del tejido.
Durante las siguientes semanas, el dolor mejoró, pero no desapareció del todo. Marc podía entrenar suave, pero los movimientos explosivos —como los giros rápidos o los disparos con el interior— seguían doliendo.
Tras reevaluar su caso y ver que el daño labral era ya significativo, decidimos realizar una artroscopia de cadera, una cirugía mínimamente invasiva que nos permite acceder a la articulación a través de pequeñas incisiones (saber más: artroscopia de cadera).
Durante la intervención, remodelamos la cabeza femoral para devolverle su forma redondeada, limpiamos la zona de conflicto y suturamos el labrum dañado. En pocas horas Marc estaba caminando con muletas, y en unos días ya iniciaba su programa de rehabilitación personalizada.

Los gestos repetitivos de giro y cambio de dirección en el fútbol pueden favorecer la aparición del síndrome de pinzamiento femoroacetabular en deportistas jóvenes.
Volver a jugar sin miedo
Tres meses después, Marc ya entrenaba en el gimnasio sin dolor. A los seis meses, volvió a tocar balón. Lo hizo con una mezcla de prudencia y entusiasmo, pero sobre todo con una sensación nueva: la de poder moverse sin que su cadera protestara.
Hoy, cuando le pregunto cómo se siente, sonríe y me dice que ha aprendido a escuchar su cuerpo. “Pensaba que el dolor era parte del juego… ahora sé que no”.
Lo que enseña su historia
El caso de Marc no es único. Cada vez más jóvenes deportistas presentan síntomas similares, sobre todo en deportes con gestos repetitivos de flexión y rotación de cadera como el fútbol, el hockey o la danza.
El síndrome de pinzamiento femoroacetabular no es una enfermedad degenerativa, pero si se ignora, puede acelerar el desgaste del cartílago y derivar en una artrosis precoz. Por eso es clave detectarlo a tiempo.
La buena noticia es que hoy disponemos de diagnósticos precisos, tratamientos biológicos que ayudan a preservar el cartílago y técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas que permiten recuperar la función y volver al deporte sin dolor.
En el Instituto Cugat llevamos años tratando este tipo de lesiones con resultados muy satisfactorios. Cada paciente es distinto, y el objetivo no es solo eliminar el dolor, sino devolver la confianza en el movimiento.
Porque, como le ocurrió a Marc, a veces no se trata solo de volver a jugar… sino de volver a hacerlo sin miedo.
Síguenos
Recientes
El síndrome de pinzamiento femoroacetabular, una causa frecuente de dolor de cadera en futbolistas jóvenes requiere diagnóstico preciso y tratamiento personalizado.
El Dr. Seijas explica por qué la pubalgia afecta cada vez más a jóvenes deportistas y qué puede hacerse para evitar agravar esta lesión.
Qué factores determinan un regreso seguro al fútbol tras una rotura del ligamento cruzado anterior.
La osteotomía valguizante de tibia realinea la rodilla, reduce el dolor y retrasa la necesidad de prótesis total, preservando la articulación natural y mejorando la calidad de vida.
