La epidemia silenciosa de las futbolistas: «Estamos ante un problema de Estado»

Una de cada 100 jugadoras sufre una lesión del ligamento cruzado anterior durante su carrera deportiva; los hombres, uno de cada 300. Dichas lesiones han aumentado un 208% en mujeres durante la última década

«Estamos ante un problema nacional. De Estado. Y, por supuesto, de todos los que estamos en el mundo del fútbol. Hablamos del deterioro de las deportistas. También de la artrosis del día de mañana. De los gastos para la sociedad en prótesis, cirugías, medicamentos… Este problema en el deporte nos traduce un problema en la sociedad. Lo mejor no es curar, sino prevenir. Tenemos que poner nuestro cuerpo en mejores condiciones para el trabajo».

El doctor Ramón Cugat, desde esa consulta barcelonesa donde se amontonan las felicitaciones de quienes han pasado por sus manos -destaca, por ejemplo, una de la Familia Real-, no duda en levantarse de su butaca cuantas veces haga falta. Le esperan en la sala de operaciones, pero antes prefiere dejar todo claro. Se agacha, simula gestos y rotaciones de rodilla, y enlaza argumentos para explicar una inquietante rutina: la proliferación de roturas del ligamento cruzado anterior en mujeres deportistas. Un problema que asoma cuando se produce un episodio relevante [la lesión el pasado julio de la doble ganadora del Balón de Oro, Alexia Putellas, que le hizo perderse la última Eurocopa y quien no regresará a los terrenos de juego hasta la recta final de la presente temporada; o la doble rotura de la campeona olímpica de bádminton en Río, Carolina Marín]. Para que, después del impacto mediático, todo quede en un segundo plano. Pese a que los resultados de los estudios al respecto son cada vez más preocupantes.

El último de estos informes, confeccionado por el Instituto Cugat a partir de los datos de la Mutualidad de Futbolistas en su delegación catalana entre 2015 y 2021, determina que las jugadoras se lesionan del ligamento cruzado anterior (LCA) entre 1,5 y tres veces más que los hombres, ya sea con un esguince o una rotura producidas durante la práctica deportiva. Y que una de cada 100 mujeres futbolistas sufre durante su carrera una lesión de LCA. La ratio de los hombres se queda en uno cada 300. «Y estos datos son extrapolables a todo el territorio español», advierte el doctor Cugat, que además apunta que, en la última década, las lesiones de ligamento cruzado anterior se han disparado, aumentando «un 208 %» entre las mujeres.

ANATOMÍA Y FACTORES HORMONALES

Los factores, más allá del aumento de las licencias provocado por el boom del fútbol femenino en España, son múltiples. La anatomía y la biomecánica se presume esencial. «La mujer tiene la pelvis más abierta. Las rodillas se cierran, y se abren los pies. Es uno de los principales hándicaps», explica Cugat. Y abunda: «Los huesos de la rodilla de los hombres y las mujeres son parecidos, pero diferentes. La rótula es algo más alta en la mujer. Además, los músculos de la mujer no tienen el mismo volumen que los del hombre. Puedes trabajarlos más, pero la diferencia está ahí. Además, los ligamentos son más elásticos en la mujer, siendo la estructura del hombre más resistente y fibrótica. El ligamento cruzado anterior de la mujer es también más pequeño, y está en un espacio intercondíleo más estrecho. Todo influye. Porque la mujer es diferente en el tronco. Y también su gestualidad cuando corre, cuando salta… Además, en cuanto a la cadera, no lleva tan fácil la flexión en el salto en caída y hace que la rodilla sufra más. A veces los glúteos son más flojos y se hace necesario fortalecerlos más. Los músculos de la cadera posterior fallan más que en los hombres».

Incluso hay estudios que apuntan a los factores hormonales, algo con lo que también está de acuerdo Cugat: «Parece ser que, durante la fase de pre-ovulación y ovulación, las hormonas hacen que la elasticidad de los tejidos aumente. Se produce entonces una alteración del colágeno del ligamento [el principal componente]. Y cuanto más elástico, más facilidad para que se rompa».

En la temporada 2021-22 se trataron en la consulta del doctor Cugat hasta tres jugadoras del Barcelona. Todas ellas tuvieron que ser intervenidas por roturas del ligamento cruzado anterior: Bruna Vilamala, Jana Fernández y Cata Coll. No pasó por sus manos Alexia Putellas, cuya operación corrió a cargo del doctor Joan Carles Monllau. El tiempo de baja se estimó en todos los casos entre 10 y 12 meses.

EL RIESGO

«El tiempo ideal para recuperarse es de un año para evitar re-roturas. Los latinos siempre queremos correr mucho. Se ha creado una ideología poco basada en la ciencia, y mucho en las ganas del jugador, del médico y del club, para regresar a la actividad cuanto antes. En Estados Unidos no se permite volver a un jugador de fútbol americano o de soccer antes de los 12 meses después de operarse. Aunque haya quien pueda estar disponible a los seis meses, o incluso a los cuatro o cinco. Hemos visto que quienes vuelven a jugar y se rompen menos son los que esperan 11 meses. Cuanto más esperamos, mejor. Y no es que las mujeres tarden mucho más en recuperarse que los hombres. Algo de diferencia hay, pero no demasiada. Lo que pretendemos hoy en día es evitar que recaigan. Una re-rotura es dramática desde el punto de vista físico y psicológico», mantiene el doctor Cugat.

Advierte también el traumatólogo del riesgo de romperse la otra rodilla: «Si nos operan la rodilla izquierda, cambias la postura y cargas con la opuesta. No hay la suficiente fuerza muscular. Cuando se vuelve al deporte después de la operación del cruzado, entre un 10-15% de futbolistas, al cabo de uno o dos años, se rompe la otra rodilla. No solo eso, también se rompen con mayor facilidad los músculos isquiotibiales al no estar lo suficientemente preparados para el mal gesto».

A Cugat, antes de finalizar, se le va la mirada entre los cuadros de todos aquellos futbolistas caídos que pueblan su morada. Porque, claro, aguarda un demonio invisible, pero no menos dañino: «Una lesión física conlleva una alteración psicológica. Siempre la he visto. Es el miedo».

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